Gracia Barrios Rivadeneira nació el 27 de junio de 1927 en Santiago, Chile. Hija del escritor chileno y premio nacional de literatura Eduardo Barrios (1884-1963). Desde muy temprano manifestó interés y aptitudes para el arte, lo cual la llevó a tomar clases con el artista Carlos Isamitt y más tarde, mientras proseguía sus estudios secundarios, a desarrollar cursos vespertinos en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. La artista participó activamente en las transformaciones culturales impulsadas desde fines de los años 60 en Chile, primero con el proceso de reforma universitaria, y luego en el marco del programa del partido político “unidad popular”.
A inicios de los años 70 retomó un camino más figurativo que la vinculó de manera más directa con la contingencia histórica nacional. Posteriormente, su exilio estuvo marcado por la construcción de imágenes que denunciaban la represión vivida en el país. De regreso a Chile a mediados de los 80, sus lienzos continuaron representando preferentemente la figura humana, desde ese momento incorporó además signos gráficos hechos con carboncillo y pastel. En sus inicios se desempeñó como ayudante del taller de dibujo de Carlos Pedraza en la Universidad de Chile, para posteriormente integrarse al cuerpo docente y asumir otros cargos institucionales hasta 1973. En 1986, la artista se incorporó como profesora visitante en la Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile, cargo que ejerció hasta 1993. Gracia Barrios falleció el 28 de mayo de 2020, en Santiago, Chile. Su trabajo sé caracteriza por un uso fuerte de la imagen y una utilización de los símbolos y colores característicos de Chile. Predominan el rojo, el azul y el blanco, y la forma, contenido y composición estelar. Los contenidos de lo cotidiano y la descripción grotesca, pero sutil, de imágenes inefables son relativas a lo tortuoso y lo silenciado. La palabra dolor resalta como uno de los mensajes semióticos de sus cuadros.
América, no invoco tu nombre en vano
Pablo Neruda
AMÉRICA, no invoco tu nombre en vano.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.
*Este contenido es parte de la série de mediación virtual del catálogo “Mujeres radicales: arte latinoamericano, 1960-1985”, una obra que es parte del acervo de Museu Digital UNILA. Acompañe en línea la mediación que hacemos sobre el libro, en el sítio y también perfil de las redes sociales del MUD.
Texto: Diego frida